El debate de la eutanasia, como pasó con el aborto, se basa en excitar el sentimentalismo.
El debate de la eutanasia, como pasó con el aborto, se basa en excitar el sentimentalismo en vez de buscar fomentar las razones para vivir o hacer más fácil el vivir.
Nunca es la solución
La reivindicación de la eutanasia suele venir acompañada del tamiz de lo científico y los efectos emotivistas hacia la compasión como se ha podido comprobar con el reciente informe del Comité Consultivo de Bioética de Cataluña, órgano asesor del departamento de Salud del gobierno de la Generalitat.
Y es que esta reivindicación como un nuevo derecho civil de la persona es una asignatura pendiente para los movimientos sociales empeñados en hacer universal la cultura de la muerte. Por más que se aireen los casos que mueven a compasión, como ocurrió en España con el de Ramón San Pedro, no se modifica la gravedad ética del acto que se reclama.
Por eso pienso que la eutanasia nunca es una solución. La vida es un valor que debe ser preservado y acompañado en cada una de sus etapas. Para orientar el debate, es necesario superar los argumentos emotivistas y tener claro el principio de la dignidad inviolable de toda vida humana, así como el papel del Estado en la salvaguarda de los derechos fundamentales y la tutela del bien común. Por eso la Eutanasia nunca es la solución.
Jesús Domingo Martínez
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