El Cerro de los Ángeles y el Sagrado Corazón.
Yo aprendí de los corazonistas a pedir por los que ofenden al Sagrado Corazón, no a odiarlos. Porque sentía lástima de esos pobres hombres, ignorantes, que arremetían contra lo que, decían, no existía. O bien, pensaban hacer un mal a Dios.
Pero eso no impide que ese Corazón de Jesús reine en el corazón de los cristianos y que nosotros le encomendemos la labor de gobernar y tutelar España. Eso es bueno, porque Dios es bueno y misericordioso.
Son los reinos de los hombres los que se contaminan con el odio. Son las mentes humanas las que, en ese tiempo, crearon las checas, los gulab, los campos de exterminio, los asesinatos y violaciones en masa. De esos reinos, de los del odio, líbranos Señor.
Del Sagrado Corazón sólo tengo una seguridad: que su reino es de Amor.
¿Quién no querrá un reino así?
frid
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