Ahora la educación sólo depende de nosotros.
Los políticos no son de fiar. La sociedad imparte consignas que, hasta ayer, eran sencillamente corrupción de menores. Nos toca vivir en esta sociedad y ahora nuestros hijos sólo dependen de nosotros y de las compañias de otros como nosotros.
Depende de nosotros
Hoy en día es necesario poner más empeño en fundamentar sólidamente la buena educación, para que los jóvenes, no cedan ante la presión del ambiente y las dificultades de la vida. Me atrevería a firmar que sin principios firmes, todo el sacrificio que exige educar acaba por resultar baldío. Es muy importante que el amor que se tienen los padres y vuelcan en sus hijos, se manifieste en mil pequeños detalles de la vida diaria de cada familia, y que hace posible que cada uno aprenda lo que es el verdadero amor.
Con frecuencia me viene a la cabeza esas palabras “No tengáis miedo, abrid las puertas a Cristo”, pronunciadas por Juan Pablo II, el día de su elección, desde el balcón de la plaza de San Pedro, dirigidas al mundo entero. Son palabras sencillas pero penetrantes. ¿Por qué las decía? Desde luego, si hay algo que nadie pone en duda es su gran conocimiento del ser humano de la persona. Mi experiencia en la educación, es que los padres y profesores, muchas veces buenos cristianos, no nos atrevemos a dar un fundamento cristiano sólido a la educación: y creo que algunas veces no hemos entendido bien qué significa “educar en la libertad”. Sólo cuando conocen el Amor de Dios por cada persona, pueden entender qué es el hombre y lo que valen ellos mismos.
Lo que sean nuestros hijos o nuestros alumnos de mayores depende de nosotros.
Carmen Ramírez Herrera
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