Voy a relatar de manera aproximada el diálogo que presencié paseando un día por la mañana, muy, muy temprano.
- Buenos días, buena mañana, ¿verdad?
- Buenos días, chica, pues sí.
- Da gusto levantarse y pasear cuando amanece un día así.
- Y tanto, porque, si no, es un poco duro ir con Amadeo de paseo. En invierno, y a diez bajo cero sobre todo.
-Te comprendo perfectamente.
-Estas vacaciones ¿a dónde vas a ir?
-Pues no sé. Tenemos que consultarlo Manolo y yo. Hay que buscar un sitio donde pueda acudir mi Amadeo.
-Bueno, pero todo sacrificio merece la pena.
-Claro que sí. Pero estos días me come poco. Lo intento de mil maneras y no es posible.
-A lo mejor es el calor.
-Es posible. Pero la tuya está muy risueña.
-Sí, la verdad que tenemos suerte con Mirella.
-¿Cómo lo consigues?
-Pues intentamos que duerma bien por la noche, y la alimentación es muy sana, a base de verduras y cinco ó seis veces al día. Y eso sí, el paseo de todos los días es sagrado.
-Creo que tienes razón, yo no consigo que coma esas cosas, las vomita enseguida.
-¿Lo habéis llevado a la clínica?
-Sí, pero dicen que es mejor que a Amadeo no le demos mucha verdura.
En estas apareció otra amiga:
-Hola, a las dos, ¿Conocéis a mi nuevo hijo?
-No… No sabíamos que habías dado a luz de nuevo – contestó una de ellas.
-Sí, tiene un mes, ¿A que es muy rico?
-Es precioso.
-A ver si os animáis a tener niños, que son la alegría del mundo.
-Bueno, la verdad, dan mucha guerra, eso de que no te coman, que lloren, que no puedas ir de viaje con ellos…
Bueno, ya habrá supuesto que Amadeo es un hermoso ejemplar de buldog, y Mirella una preciosa caniche.
José Antonio Calvo
0 comentarios